El Papa Francisco ha comenzado a ser llamado el Papa de la Misericordia, y tienen razón para ello, pues en su discurso, sus textos, sus acciones, no ha tenido ningún reparo en afirmar que la “misericordia es piedra angular del cristianismo“, pues el amor de Cristo es fundamental.
Este domingo la carta de Pablo a los corintios nos habla del amor, de la misericordia: “Si no tengo amor, nada soy“. Podría repartir todo lo que tengo, pero si eso no lo hago por amor, de nada sirve; podría ser poseedor de grandes dones, pero si no los comparto a los otros con amor, de nada me sirve. Ahí una clave importante, todo lo que tengo y todo lo que soy, son para compartir. Podemos descubrir dentro de nosotros, o poseer, una fuente de agua fresca y cristalina, pero si me la guardo absorto de entusiasmo ante semejante tesoro, esa agua fresca y cristalina, apestará, se volverá algo inútil y descompuesto. Todos los dones y riquezas son para ser compartidos, para ser derramados, para refrescar a los demás, para el bien de los demás. Así pues, podemos estar llenos de fe y de esperanza, pero será la virtud del amor la más grande de éstas, pues es el amor lo que nos hace salir de sí mismos.
El amor cristiano no es el amor del mundo que pareciera anunciar la necesidad de amarnos sólo a nosotros mismos, cuidarnos, valorarnos, sanarnos, vivir auto-enamorados de nosotros mismo. El amor cristiano se vuelca a los demás, y por ello se convierte en misericordia.
La palabra misericordia proviene del latín, y está formada por dos palabras: “miser” (miserable, desdichado) y “cor, cordis” (corazón). La palabra se refiere a tener el corazón con el desdichado, a sentir la desdicha de los demás. Sentir misericordia nos llevará a buscar la justicia, pues no basta que mi corazón sienta con la desdicha del otro, sino que a consecuencia del amor que siento, me he de mover a hacer algo por él o ella, y esto será buscar que esté bien, que las causas de su desdicha desaparezcan, esto es buscar la justicia, ajustar aquello desajustado que lastima y convierte en miserable al otro y a la otra.
La búsqueda de la justicia lleva al profetismo, pues cuando mi corazón siente el dolor del miserable, siente su desdicha, tengo que denunciar que el otro sufre, y tengo que señalar las causas, o al causante de su sufrimiento. El profeta anuncia y denuncia. El profeta Jeremías nos cuenta que ha sido convocado por el Señor: “ponte de pie y diles lo que yo te mando. No temas, no titubees…” “Te harán la guerra, pero no podrán contigo, porque yo estoy a tu lado…”
El evangelista Lucas nos ha mostrado a Jesús hablando de su “para qué”: “EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI, PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO A LOS POBRES. ME HA ENVIADO PARA PROCLAMAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS, Y LA RECUPERACION DE LA VISTA A LOS CIEGOS; PARA PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS; PARA PROCLAMAR EL AÑO FAVORABLE DEL SEÑOR.” (Lc 4, 18-19) Este domingo, en la lectura del evangelio, miramos las consecuencias de aquél anuncio de Jesús, las consecuencia de tener su corazón lleno de amor y sintiendo misericordia, las consecuencias de ser profeta, “Al oír esto, los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron a un precipicio de la montaña para despeñarlo” (Lc 4,20-30).
El cristiano vive la misericordia, pero también busca la justicia, busca que las causas del sufrimiento y la desdicha de los demás desaparezcan. Encontramos al herido del camino, curamos las heridas, pero buscamos que aquél que las propició no siga hiriendo a otros.
El Papa Francisco junto con su discurso de misericordia, ha sido muy enfático en denunciar las causas del sufrimiento del mundo y de todas y todos, ha sido claro en denunciar un sistema que mira como “descartables” a las personas, que busca el capital sobre el desarrollo humano. A señalado como causantes del sufrimiento a la corrupción y al culto al dinero. Es un profetismo que incomoda. ¿novedad? me parece que solamente es cristianismo. Y es posible que haya quién quiera llevarlo al “despeñadero”.
Hoy toca preguntarnos por nuestra misericordia, por nuestro amor. ¿Nuestros talentos están puestos a mi servicio o al servicio de los otros? ¿siento con los desdichados? ¿busco reconocer y cambiar las causas del sufrimiento o las solapo y promuevo?
#VenFrancisco
@hernan_quezada