La necesaria «Voluntad Anticipada»

La necesaria «Voluntad Anticipada»

Hace unos pocos días, Olga Sánchez Cordero, futura senadora y virtual secretaria de gobernación en el futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en una entrevista bastante informal afirmo:  «Vamos a promover la ley de voluntad anticipada… (vamos a promover) el derecho humano a la muerte digna, a morir con dignidad». Vídeo

Esta declaración ha provocado reacciones en redes sociales, la mayoría de las veces negativas, mostrando aversión y escándalo ante lo propuesto por la ex ministra de la suprema corte.   Me abstengo de citar algunos medios de comunicación para no hacer difusión de su publicación sesgada, que han denotado o una gran ignorancia, o un deseo de manipulación de la sensibilidad cristiana, o ambas.  Lo anterior me lleva a compartir estas letras con ustedes.

Primero, no es lo mismo «voluntad anticipada» que «eutanasia», «suicidio asistido» o «muerte digna».

Para poder referirnos a «muerte digna» es necesaria la correcta comprensión del término y separarnos del término «eutanasia».

La «muerte digna» es todo un tema de debate ético, pues se entiende, en un sentido, como el garantizar el acceso a todo lo humanamente necesario para morir bien, o diría yo, para vivir bien hasta el último minuto, por ejemplo: medicamentos, cuidados, cercanía de los familiares, acompañamiento espiritual y evitar el abuso de tratamientos que pueden prolongar la vida pero también el dolor y el sufrimiento del enfermo y la familia, en detrimento de la dignidad de la persona, de la vida digna.

Existe una corriente que afirma que el «derecho a la muerte digna» tiene que ver con poder elegir el momento y la forma en que se quiere morir. Yo no comparto este punto de vista.

Ya en sí, el tema «muerte digna» encarna un debate importante y demanda una reflexión  profunda e integral sobre el tema. 

Volvamos al tema «eutanasia«. Esta es en realidad una bella palabra: que etimológicamente significa: buena muerte. Pero el debate y el problema consiste en definir qué es una «buena muerte», quiénes son acreditados para considerar una «buena o mala muerte», el derecho de cada uno a la comprensión de la «buena muerte». En medio de todo esto han aparecido nuevas palabras como la «distanasia» que se separa del término eutanasia y se refiere al tratamiento médico desproporcionado que prolonga el sufrimiento de los enfermos.

Como podemos darnos cuenta, el asunto de los términos es todo un punto complicado, y demanda de nosotros mucho conocimiento y reflexión. Pero no es mi objetivo este humilde texto. Ahora me centro en lo que ha dicho Olga Sanchez Cordero: Ley de voluntad anticipada

No pocas veces he sido testigo del «encarnizamiento terapéutico» en algunos hospitales, sobre todo en los privados.  Esto se refiere a una persona que sufre un padecimiento que le deja incapacitado para decidir hasta dónde llegar con tratamientos y procedimientos que no van a devolverle la salud, o al menos mantener la vida con ciertas condiciones «dignas».  Los médicos van ejecutando y ejecutando acciones y procedimientos que prolongan la vida, incomunican al enfermo agónico de sus seres queridos, agotan a la familia y provocan grandes deudas económicas que afectarán también la calidad de vida de los familiares.

Hay procedimientos muy controvertidos que no son fáciles de revertir. Una vez que una persona es conectada a un respirador, no será nada simple desconectarlo. Por ejemplo.

¿Qué dice la ley de la Ciudad de México sobre «voluntad anticipada»?

«La Voluntad Anticipada es la decisión que toma una persona de ser sometida o no a medios, tratamientos o procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida cuando se encuentre en etapa terminal y, por razones médicas, sea imposible mantenerla de forma natural, protegiendo en todo momento la dignidad de la persona (Art. 1 de la Ley de Voluntad Anticipada para el Distrito Federal). La Voluntad Anticipada favorece la atención paliativa y los cuidados al final de la vida, el énfasis está en el acompañamiento del paciente durante esta etapa de su vida. No prolonga ni acorta la vida, respeta el momento natural de la muerte.» 1

Ante este debate podemos preguntarnos: ¿Qué tipo de procedimientos estaría yo de acuerdo que me practicaran? ¿Me gustaría morir solo en una habitación de terapia intensiva o morir rodeado de mis seres queridos ante mi ya inminente muerte? ¿Aceptaría con una función cardiaca del 15% ser sometido a un proceso de hemodiálisis? ¿En qué momento me gustaría que mis familiares paren los medios extra-ordinarios (no me van a curar, sólo prolongan mi vida? ¿Quién quiero que decida por mí en caso de perder la conciencia?  Estos son puntos que uno plasma, entre otros, en una «voluntad anticipada».

Hoy la «voluntad anticipada» no tiene carácter legal en algunos estados del país. Y son los profesionales de la salud los que comienzan a tomar las decisiones, incluso en lugar de la familia.

Con lo anterior sintetizo:

  1. Necesitamos una ley de voluntad anticipada en México.
  2. Necesitamos dejar en claro que se entiende como «muerte digna».
  3. No debemos confundirnos con la eutanasia.
  4. No hagamos reflexiones superficiales y obtengamos conclusiones vanas.
  5. Tengamos la cabeza bien abierta e informada para entender y participar de este debate.
  6. Comencemos a preguntarnos sobre este tema ante un escenario hipotético en el que podríamos llegar a estar.
  7. Debemos participar activa e informadamente de las propuestas que se hagan en términos legislativos. ¡Más propuestas de nuestra parte!

 

Sugiero leer el siguiente texto:

Etica y muerte digna: propuesta de consenso sobre un uso correcto de las palabras

 

Nuestra implicación moral ante las «fake news»

Nuestra implicación moral ante las «fake news»

Retomo las letras en mi blog para abordar uno de los temas más sonados en los últimos días: Fake news

Las Fake news son noticias falsas. El objetivo de éstas es manipular nuestras percepciones sobre una persona, proyecto o acción.  Parece tomar peso aquello de: di una mentira, repítela muchas veces y terminará convertida en una «verdad».

Las redes sociales como Facebook,  twitter y WhatsApp entre otras, nos han convertido en sujeto activo de la estrategia fake news. Quizás hace unos años ante lo que se nos presentaba en televisión, radio o prensa, nuestro rol era sólo de receptores. Algunas pocas noticias llamaban nuestra atención y las difundíamos de manera verbal señalando con mucha contundencia la fuente de ésta: Un reportero, un canal televisivo, la opinión de tal o cual.

Las fake news parecen brotar de la nada, aparecen en nuestras redes sociales muchas veces anónimas. Producciones «virales» de mentiras corren por el mundo virtual sin dueño, sin responsable. Pero tienen objetivo, y éste no es moral.

Las noticias falsas sintonizan con nuestras filias y nuestras fobias, con nuestros miedos y nuestros deseos. Apuntan al nivel más inconsciente de nuestra psique y nuestros afectos. Drogados por la atracción inconsciente damos click a un «me gusta» o a «compartir«. Algunos hasta se atreven a comentar algo sobre lo que ha hecho blanco en sus pasiones. Estas acciones nos vuelven parte del objetivo: promover la mentira.

Los cristianos (todos los seres humanos ) estamos llamados a procurar la verdad, no «mi verdad», sino la Verdad que nos hace libres. Consideramos a la mentira un pecado, pues justamente es lo contrario a la verdad.

¿Qué tanta implicación moral tiene un click en una red social? Mucho, implica volvernos sujetos activos de la búsqueda de la verdad o de la difusión de la mentira, morales o inmorales.

Ante el mar de información necesitamos detenernos, mirar con responsabilidad y compromiso con la verdad. Para ello es necesario darnos cuenta de nuestras filias y fobias, comprometernos con la verdad y darnos cuenta de la tarea cristiana del discernimiento.

Discernir la información que recibimos y nuestra acción ante ésta es una obligación moral. Para ello puede ayudarnos:

  1. Tener claro quién lo dice (duda de toda publicación sin responsable)
  2. ¿Cuáles son sus fuentes?
  3. ¿Qué siento? Es muy importante darnos cuenta del sentimiento que nos provoca lo que tenemos frente. Qué cola tiene: me deja excitado y turbado, o me deja con paz, con tranquilidad. (No pocas veces borramos algo que publicamos cuando sentimos intranquilidad, incomodidad).
  4. ¿Qué pienso que tiene como intencionalidad la publicación? ¿Qué me hace pensar?.
  5. Finalmente: Cuál es la invitación de fondo que recibo ante esta publicación. ¿Para qué la voy a difundir?

Es importante acompañar toda publicación que replicamos con una reflexión propia. Eso de algún modo enriquece y nos implica. Nos hace darnos cuenta y actuar con más responsabilidad.

La mentira es un pecado, difundir mentiras nos degrada. Comprometernos con la verdad es una acción moral urgente que ayudará a erradicar la violencia y a construir la justicia y la paz.